Esta mañana, mientras regaba el jardín, he observado a un anciano sentado en silencio a unos pocos metros de mí, un ancianito que debe rondar los 90 años. Parecía como ausente, como si su cuerpo estuviera allí, respirando, pero él estuviera viajando lejos. Minutos más tarde, aparece mi niño, de 6 añitos, con una bolsa de canicas en la mano. Me pide jugar con él. Hacemos un agujero en la tierra y comenzamos a jugar. Algo, una especie de impulso, me lleva a alzar la vista en dirección al anciano. Le busco con mi mirada y le encuentro, observándonos. Sus ojos desprendían una luz tímida, un brillo tenue, una chispa encendida. Sonrío... y le digo a mi hijo: “-Acabo de encontrar un compañero de juegos estupendo. Alguien que ha jugado mucho, pero mucho más que yo a las canicas.” y ladeo la cabeza en dirección al anciano. “ -¿ si, tú crees?”, me dice. “-Prueba”, le contesto. Entonces, mi hijo guarda algunas canicas en un bolsillo y se acerca al viejito. Se para frente a él, le muestra las canicas y le dice: “-¿ jugamos?”. El anciano le mira en silencio durante unos instantes... luego me mira a mí, con ojos de niño... Agarra su bastón y con un impulso inexplicable, se levanta y le dice: “ -Mira a ver, te advierto que no sabes con quién hablas. He sido campeón de canicas del mundo. “ “-Del mundo, si ?”. Todos reímos, el hielo se rompe, los años, las cargas, las lágrimas y el peso de la pena se desvanecen... y comienzan a jugar. Me distancio un poco de ellos y me siento a observarles, como quien contempla un hermoso amanecer. Los ojos del anciano eran un firmamento, de su mirada se desprendía el fuego de la vida, y su risa sonaba limpia, pura, liviana, una risa con 80 años menos. Y por un momento, observé a dos niños riendo y jugando juntos. Observé a la infancia misma, llegada de lejos, regresando de vuelta, despertando de un largo insomnio, adormecida en la vigilia de la adultez. La infancia de la magia que habita en las pequeñas cosas, momento a momento. La infancia que llevamos dentro, que nos alumbra el camino y que contiene la esencia de lo que realmente somos. ♥
Ada Luz Márquez - Poeta
(Una amiga de mi Alma desde el otro lado del océano)
Les acompaño este texto con esta bella canción, que la disfruten,
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